ZERO

Hay días que me quedo en cero.


Eso me pasó en el 2003, que por unas cuantas malas y crueles correcciones en taller de Expresion III de Comunicación Social (UBA) hizo que decidiera romper con todo y dejar la carrera.
Me liberé, eso lo acepto. Pero comencé a dejar de escribir, porque me había tomado tan en serio esas críticas (a veces lo creo todo, así de ingenua soy) que todo lo que elaboraba mi cabeza, caducaba en papel porque lo veía poco fuerte.


Hoy comenzó a pasarme eso; pero lejos de guardármelo para mí, pienso ponerlo acá, con la esperanza de que me haga más resistente a mis exigencias (de mierda) y no dejar de escribir ni de expresarme.


Pasó que hubo años en donde no me expresaba de ninguna forma; y fueron épocas raras, vacías y solas.


A veces sentía que parte de mi personalidad se había disuelto junto con mi decisión de no escribir más; y no me gustó en lo absoluto.


Hoy elijo no hacerlo, esperando (esperanza volvé) de que sea solo por un día, o una semana, o un mes.


(Y como me conozco, mañana seguro que vuelvo; hoy solo tengo el cerebro dormido... quiero creer)